Algunas corroboraciones tristes de una historia en espiral | Grupo de Reflexión Rural


AGRONEGOCIOSEl GRR Grupo de Reflexión Rural se organiza a mediados de los años noventa, como grupo de afinidad y como espacio de diálogos y debates multidisciplinarios sobre los impactos del Capitalismo global. Afirman que  el todo es siempre más que la suma de las partes y consideran que los tiempos de los centralismos y las estructuras autoritarias han demostrado sus penosas consecuencias.

También han desarrollado hace más de una década una campaña nacional contra el uso de agrotóxicos en poblaciones urbanas con el objetivo de asegurar la salud de las personas, el cuidado del medio ambiente y poner en marcha la repoblación del campo y la soberanía alimentaría. Llevan 2 informes publicados sobre pueblos fumigados y un sinnúmero de documentos producto de concienzuda investigación y compromiso con la vida.

Algunas corroboraciones tristes de una historia en espiral

En el año 2002 escribíamos como Grupo de Reflexión Rural y en diálogo con nuestro compañero Ignacio Lewkowicz, lo siguiente: “La soja, el sistema de la soja, no es el de la oligarquía tradicional. La lucha contra el sistema de la soja es una forma local del conflicto antiglobal; pues la hegemonía absoluta de la soja es una forma local específica del crecimiento global. Lo que importa es que los núcleos de poder neoliberal varían del sistema oligárquico tradicional al sistema que se construye en torno de la soja. La nueva división global del trabajo nos convierte de “granero del mundo” en “forrajeros del mundo”. Por otra parte, añadíamos, “desde el punto de vista de la oligarquía tradicional, se ve que, pese a toda la inteligencia o astucia puesta en juego, ese sistema oligárquico ya no es funcional al sistema global. Por supuesto que los mismos apellidos aparecerán ahora en los consorcios de las empresas; pero los modos de ejercicio del poder, los modos de ejercicio de la dominación, los núcleos a partir de los cuales se fijan, varían. Así, por más que se trate del mismo conjunto de individuos, no es la misma la lógica social que se despliega para afirmar su dominio.”

Todo -o casi todo- lo que entonces afirmábamos, podríamos reafirmarlo hoy, doce años después, con la certeza de que sus contenidos mantienen plena vigencia y que fueron anticipatorios. Los años transcurridos, lamentablemente, nos han dado suficiente razón, y además han puesto en evidencia las peligrosas derivas de pensamiento y acciones políticas de todos aquellos que, desde miradas sesgadas y ancladas en los años setenta, se negaron considerar las nuevas ecuaciones de la globalización y la nueva configuración del poder en nuestro país, así como se negaron a la necesidad de reflexionar sobre sus anteriores experiencias y, sobre todo, se negaron rotundamente a las propuestas de abrir debates políticos que permitieran cerrar los enormes fracasos que arrastraban consigo, para de esa manera, no volver a repetirlos, algo que en cierta medida ha ocurrido a lo largo de todos estos años.

Una Nomenklatura al estilo argentino

A principios de la década pasada empezó a hacerse notoria la emergencia de una nueva clase dominante, producto de la profundización de un nuevo esquema productivo primario-exportador, impulsado por el Estado, el capital transnacional y sus socios locales, y caracterizado por su profunda dependencia de los mercados globales. Una nueva oligarquía vinculada a un modelo de país proveedor de materias primas que, además de la sojización del territorio, se complementa con la megaminería, el fracking, el monocultivo de árboles y otros proyectos extractivos hegemonizados por importantes corporaciones transnacionales.

Esta nueva oligarquía instaló su protagonismo de manera sigilosa. Una oligarquía distante de la otrora “oligarquía vacuna” que se impusiera al país en las postrimerías del siglo XIX, a instancias del entonces presidente Julio A. Roca. Este sector, que tenía en la Sociedad Rural Argentina (SRA) su representación más genuina, conduciría -con breves interregnos- los destinos de la Argentina durante buena parte del siglo XX.

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